Fecha: 30/10/2014
Artículo completo catholic.net
Durante la noche del 31 de octubre cada año se ha extendido con más fuerza, especialmente entre niños y adolescentes, el festejo de Halloween.
En los orígenes…
El nombre Halloween es la deformación americana del término, en el inglés de Irlanda, «All Hollows´ Eve»: Vigilia de Todos los Santos. Debido a la costumbre inglesa de contraer los nombres para una pronunciación más rápida y directa, esto derivó en el definitivo «Halloween«, aunque la fiesta religiosa original nada tiene que ver con la celebración del Halloween actual. […]
Halloween no es más que la última versión, secularizada y repaganizada, de una fiesta católica, que se fue transformando en un carnaval del terror y en una gran oportunidad para el consumo. Actualmente muchos están buscando, en su versión “New Age”, sus raíces paganas, reorganizando un nuevo calendario esotérico.
Antes del cristianismo
La fiesta se remonta, en realidad, a tiempos anteriores al cristianismo. Hacia el siglo VI antes de Cristo, los antiguos celtas del norte de Europa celebraban el 1 de noviembre, como el primer día del año. La fiesta de Samhein, fiesta del sol, que comenzaba la noche del 31 de octubre, marcaba el fin del verano y de las cosechas. Los colores del campo y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad. Creían que en aquella noche, el dios de la muerte permitía a los difuntos volver a la tierra, fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche, haciendo posible la comunicación entre unos y otros.
Cuando los pueblos celtas se convirtieron al cristianismo, no todos renunciaron a las costumbres paganas. En el siglo VIII, el cristianismo colocó la fiesta de Todos los Santos el 1 de noviembre, quedando así la noche del 31 de octubre, como la vigilia de esa gran fiesta. La coincidencia cronológica generó no pocas supersticiones sincretistas, que mezclaron la fiesta de los santos, con las antiguas creencias celtas.
Sin embargo el “Halloween” que hoy se celebra muy poco tiene que ver con los celtas, y menos aún con la fe cristiana. Es un fenómeno completamente estadounidense.
Los mejores consumidores del nuevo mercado: niños y adolescentes.
[…] Aparentemente no se presenta como una oferta religiosa, sino como una parodia de la religiosidad cristiana auténtica, con fines preferentemente consumistas: vender productos de carnaval, además de espacios publicitarios en las películas de terror y sitios en internet. Halloween se propone comercialmente como una fiesta joven, divertida, diferente, «transgresora». Y aquí, niños y adolescentes son los destinatarios privilegiados del nuevo producto.
¿Sólo diversión? En el umbral del espiritismo…
[…] Para darse cuenta de la magnitud del fenómeno, basta consultar cuánto ha crecido entre niños y adolescentes la creencia en el contacto con los difuntos -de tipo espiritista- y el miedo a fenómenos ocultistas, o el interés por lo paranormal. Si bien la culpa no es de la fiesta de Halloween, ella se ha vuelto parte de la propuesta cultural esotérica y espiritista que prolifera ya en gran cantidad de películas, telenovelas, dibujos animados y videojuegos. Y la avalancha de materiales que reciben los niños siempre está educando en un contenido, sea explícito o implícito. Siempre se transmite una visión del hombre con tan poco contenido sobrenatural, que resulta difícil dar salida a cuestiones de tanto calado como el Cielo, Resurrección, etc.
¿Qué hacemos entonces con Halloween?
[…] Un especialista europeo en este tema (P. Gulisano), recomienda a padres y educadores: Aconsejaría organizar la fiesta y explicar claramente que se está festejando a los muertos y los santos, en modo positivo e incluso simpático para que los niños sean educados en una visión de la muerte como un acontecimiento humano, natural, del que no hay que tener miedo… El 1 de noviembre, que fue el Año Nuevo celta y luego Todos los Santos, es una festividad extraordinaria para los cristianos, y no vale la pena dejarla en manos de charlatanes y ocultistas. No hay que tener miedo del Halloween «malo», y por esto hay que conocerlo bien.
Una educación responsable
Si bien es verdad que muchos niños solo lo celebran como una mera diversión, no es menos cierto que el mundo de los espíritus y la brujería es cada vez más cotidiano para ellos y se les despiertan muchas dudas sobre estos temas. Sin la fe en Dios, el ser humano se arrastra hacia la necesidad de protegerse de fuerzas extrañas que no puede dominar, llenándose de miedo y buscando solución en ese mismo mundo lleno de espíritus, fantasmas y «energías».
[…] Seguir a Jesús, y celebrar los santos en la víspera del 1 de noviembre, es celebrar la vida, la victoria del amor sobre el odio, la victoria de la vida sobre la muerte, la victoria de Jesucristo que es nuestra, porque estamos unidos a Él. No hay recetas para desafíos de este tipo, pero lo que se puede pedir a cualquier cristiano es un mínimo de discernimiento y responsabilidad frente al consumo de fenómenos que si en sí mismos pueden parecer inofensivos. Enseñar a los niños el verdadero contenido de la fiesta en una visión crítica, es parte de una educación responsable.