Fecha: 19/06/2023
Blanca García Cerrato (XI Promoción) siempre había querido irse de misiones, y decidió hacerlo tras acabar su primer año de universidad. En un momento de incertidumbre en una nueva etapa, esta experiencia le ha abierto los ojos a lo que de verdad importa.
¿En qué momento decidiste que querías ir a Benín? ¿Qué fue lo que te motivaba a hacerlo?
Siempre he tenido ese deseo de irme de misiones, además, tengo como ejemplo a mis padres, que se conocieron allí. Desde pequeños nos han inculcado a todos mis hermanos y a mí ayudar a los demás.
También sé que Dios tuvo un papel fundamental en esta decisión. En primero de carrera estaba un poco desmotivada con esta nueva etapa, y era un momento en el que necesitaba un cambio en mi vida.
¿Por qué decidiste ir con el colegio Mater Salvatoris? ¿Tenías otras opciones de voluntariado en mente?
Tenía otras opciones, en un principio tenía pensado ir con la OMP, que son las Obras Misionales Pontificias. Sin embargo, cuando me fui a apuntar, me llamó mi hermana Miriam, Alumni de la VIII Promoción, que es monja de la Compañía del Salvador (Compañía del colegio Mater Salvatoris). Me dijo que había dos huecos libres para irnos de misiones mi hermana Paula (también Alumni de Fuenllana, VI Promoción) y yo.
¿Qué tipo de actividades desempeñaste allí?
Mi voluntariado consistía en hacer un campamento de verano de día para los niños de una aldea llamada Kalalé (en Benín) junto con otras tres voluntarias. Allí hacíamos gymkanas, talleres, juegos, deportes… Por las tardes solíamos hacer distintas tareas: limpiar la casa, la capilla, ordenar los libros de la biblioteca o sacar malas hierbas, entre otras.
¿Qué fue lo que más te impactó de tu experiencia?
Sin ninguna duda fue el valor que se les da tanto a las mujeres como a los niños en ese país. Allí tienen una cultura muy diferente a la nuestra. Por lo general, son personas poco afectuosas.
En mi tercer día fui al mercado a comprar y una señora estaba con un bebé y me dijo que me quedara con su hijo.
Eso me hizo despertar para el resto del viaje.
¿Qué aprendizaje te llevas de estos días?
Este voluntariado me ha hecho despertar, darme cuenta de lo afortunada que soy. Hay veces que en nuestro día a día no lo valoramos porque caemos en nuestra rutina. Me ha vuelto una persona más empática, servicial, y me ha hecho recuperar una alegría que no sabía que tenía, no sabía que podía ser tan feliz.
También me ha ayudado compartir esta experiencia con el resto de los voluntarios con los que íbamos, nos ha unido un montón, hemos hecho mucha piña.
¿Has conocido alguna costumbre nueva que te ayude a mejorar día a día como persona?
No es una costumbre, pero sí he aprendido el valor que tiene la alegría, esto lo aprendí viviendo con las monjas de allí, cuando ves a una persona alegre te transmite esa alegría, y es lo que me pasó con ellas. También aprendí a mostrarla más, me ayuda mucho la frase de Santa Teresa de Calcuta que dice “que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz”.
Eres Alumni de Fuenllana, ¿Qué valores te inculcó el colegio que sigues manteniendo en tu día a día ahora que eres universitaria?
Sobre todo, el trato cercano con las personas es una actitud que conservo, creo que es muy importante. Considero que de las mejores actividades que se hacen en Fuenllana es ir a visitar las residencias el último día de clase antes de las vacaciones de Navidad porque ahí es cuando me empecé a dar cuenta de lo sola y necesitadas que están algunas personas.
¿Qué consejos le darías a alguien que quiere hacer un voluntariado en otro continente como tú?
Le daría dos consejos. Por un lado, si quieres hacer un voluntariado en otro continente, deja todos tus egoísmos y tus caprichos porque ahí no los vas a tener, y acéptalo (en mi caso yo estuve sin internet), y por otro, que se deje hacer por el país, es decir, en este tipo de experiencias vas a vivir allí, no vas de turista, tienes que aprender a vivir como lo hacen ellos, comer sus platos típicos… También considero que para hacer voluntariado no es necesario irte a otro continente, aquí también hay pobreza y personas que están dolidas y solas.
¿Cuál es tu mejor recuerdo de Fuenllana?
Todas las etapas del colegio han sido muy bonitas. De Infantil no tengo tanto recuerdo porque fue hace mucho, pero sí recuerdo el cariño que tenían las profesoras. 4º de la E.S.O y 1º de Bachillerato (antes de que empezara el COVID) lo recuerdo con mucho cariño porque en ese momento fue cuando afiancé amistades muy buenas que hoy en día sigo conservando. Además, es un momento en donde coges mucha confianza con tus profesoras.
Y, por último, pero no menos importante… ¿Cuál era tu comida favorita del comedor?
¡El arroz con tomate estaba buenísimo!