Fecha: 22/01/2016
Desde que Sofía se fue al cielo el día 6 de Enero, no hemos dejado de recibir en el Colegio, palabras de aliento de todas las familias, preguntas de sus propias compañeras, nos hubiera gustado poner en la web todos los testimonios ofrecidos, pero como eso sería imposible, hemos elegido algunos que nos parecen más significativos: de la capellanía del Colegio, de sus compañeras y amigas.
La paz de una familia cristiana
Pilar y Adolfo son unos padres que han procurado meter en el centro de su hogar el trato vivo y confiado con Jesús con la misma naturalidad con que ponen una lavadora o se sientan a cenar unas pizzas. Por eso no dudaron en llamar al colegio para facilitar a Sofía la recepción del sacramento de la Unción de Enfermos antes de la operación, que aunque era una operación de riesgo, no se esperaban este desenlace. Este Sacramento lo instituyó el Señor para aliviar y reconfortar a todos los cristianos en momentos comprometidos por enfermedad, accidente o vejez, como era el caso de Sofía en aquel momento.
Acompañada de su padre y de su habitual sonrisa recibió la Unción y la Comunión con serena piedad en la habitación del hospital. Me llamó la atención las veces que padre e hija me lo agradecieron. Allí la dejé dando gracias con la luz de aquella soleada mañana que entraba abundante por las ventanas.
Cuando Dios se lleva a una persona que tiene toda la vida por delante el misterio de la muerte se nos hace más incomprensible aún si cabe. No se puede decir «es ley de vida», porque es lógico pensar que los jóvenes tienen que recorrer todas las etapas de maduración sin saltarse ninguna, antes de dejar este mundo.
Pero la sabiduría y el Amor de Dios superan el entendimiento humano. Morir es, a los ojos de a Fe, «volver a casa», volver al lugar que Dios nos tiene preparados. Sólo Él sabe cuándo es el mejor momento, o cuándo hemos llegado al máximo de nuestro esplendor para partir a la Casa del Padre. San Josemaría decía que Dios es un jardinero que espera a que la rosa esté lo más hermosa posible para cortarla y llevársela… Para los que quedamos en la tierra, aceptar esta realidad requiere mucha fe y también mucho sacrificio, pero esa fe y esa cercanía con el Señor a través de los sacramentos explican, a mi modo de ver, la paz de esa gran familia, y nos han mostrado en vivo cómo brilla la esperanza cristiana ante la muerte.
Cero agobios, nuestra amiga está en el Cielo
9 de Septiembre de 2014. Llegaste a nuestra clase nerviosa y al escuchar las asignaturas, te diste cuenta de que te habías equivocado de Aula y te cambiaste a la tuya. Aunque eras tímida, no fue difícil conocerte y conseguiste llevarte bien con todo el mundo. ¿Te acuerdas cuando te preguntaron en Cultura Científica? Nos lo habías explicado minutos antes y luego tus nervios te jugaron una mala pasada.
¡Entre todas te ayudamos a superarlo!
En las comidas realmente eras tú, ahí te descubrimos de verdad: tus grandes conversaciones de política, las guerras de yogures… ¡tú has sido nuestra gran reportera!
Queremos que sigas siendo tan presumida, con tus infinitas formas de hacerte un moño y tus preocupaciones por no saber qué ponerte. Guardamos tus videos y fotos de conjuntos, ya no tienes que preocuparte por los collares, las diademas, los bolsos… ahora ya lo tienes todo.
Gracias por tu alegría, no han podido contigo ni los suspensos, ni los días de lluvia, ni tu enfermedad. Hemos aprendido que el sufrimiento es compatible con la alegría.
Te vamos a recordar siempre tal y como eres: trabajadora, servicial, fuerte, generosa y sobre todo, paciente, nunca te desesperabas aunque no te entregáramos las cosas a tiempo y nos explicabas las asignaturas las veces que hiciera falta.
Siempre has tenido recursos para estar contenta: cantar, bailar, saltar charcos, ver películas…
Es imposible reflejar lo que has sido para nosotras este año y medio. Siempre dicen que quien pisa fuerte deja huella, tú has pisado muy fuerte y has dejado una huella en cada una.
Por eso tenemos la certeza de que nos cuidas desde arriba.
¡TE QUEREMOS SOFT!